Capítulo 14
La última cena
Entre el tráfico que lucha por volver a sus ciudades dormitorio, las ambulancias se hacen hueco para salvar la autopista y llegar a tiempo a la rampa de urgencias. Hace horas que la noche cae cerrada sobre el hospital, pero las luces y las oscuridades de las pequeñas ventanas simétricas a partir del tercer piso dan pistas sobre un nacimiento, segundas oportunidades, una muerte. En la 404, un hijo habla con su padre sobre la vida, justo ahora que está a punto de dejarla.
-Un hombre cuenta sus historias tantas veces que se convierte en ellas- le dice, como Will Bloom a su padre, Edward- Éstas le sobreviven y, de esa manera, se convierte en inmortal.
El moribundo no le contesta, pero el joven sonríe al recordar el final de Big Fish, ahora que ambos están jugando a las películas y le ha robado a Tim Burton la idea de despedirse, la idea de encontrar continuidad a la escena final.
-Voy a escribir todo lo que no hicimos juntos- y le seco el sudor que se mezcla con alguna de mis lágrimas- voy a contar sobre aquella vez que me viste fumando a escondidas. Y cuando me sujetaste la frente sobre el váter. Escribiré un relato sobre cómo te dediqué unas palabras en el discurso de mi graduación- le digo emocionado, intentando sujetarle para que no se golpeé por su movimientos espasmódicos- ¿qué ropa te gustaría haber llevado? Ojalá te puedan dar el día en el trabajo.
Una enfermera entra para ofrecerme unas sábanas y una almohada, mira los niveles de morfina que caen desde el gotero hacia la vía y tuerce el gesto cuando cierra la puerta y se despide de mí.
-Hacía tiempo que esto no era vida- le digo intentando justificar algo que de sobra está justificado.
Preparo el sofá para pasar la noche, como si ésta supliese no solo las noches que no pasamos juntos, también la vez que no me pudo enseñar a afeitar, o la que no me explicó lo malo que era fumar. Esta noche cuenta por todos los partidos a los que le prohibí venir y todas las veces que no le fui a ver. Aquella noche, lector, empecé a escribir su inmortalidad de la que tú, ahora, eres protagonista.
Fue su última noche y, espero, la mejor.
La luz del día entra por las ventanas del hospital. Los familiares asomados dan pistas sobre un nacimiento, una segunda oportunidad, una muerte. Las ambulancias luchan por hacerse un hueco entre el tráfico, camino a su lugar de trabajo. En la habitación 404 un nuevo inquilino celebra haber subido por fin de la UCI, recibe las flores de sus familiares y arquea los ojos para que no le haga daño un sol que entra fuerte por la ventana.
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